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¿Cómo hacer hablar a un terrorista? (How do you make a terrorist talk?)

By Jorge Morales Almada at La Ch

l hombre del turbante salió de la mesquita después de la primera oración del día. Era miércoles en el centro de Bagdad e ideal para que el equipo de espionaje del Ejército de Estados Unidos pasara desapercibido entre la multitud. Se trataba del jeque Abd al-Rahman, pieza clave para dar con el paradero de Abu Musab al-Zarqawi, líder en Irak de la red terrorista de al-Qaeda.

“Cuando se baje del automóvil blanco y se suba a uno azul, es que va a encontrarse con al-Zarqawi”, fue la pista que les dio un militante del grupo terrorista que había sido detenido por las tropas estadounidenses seis semanas antes de ese 7 de junio de 2006.

De manera discreta lo siguieron por más de 50 kilómetros hacia el norte, hasta una pequeña aldea a las afueras de Baquba, donde al-Rahman se bajó del vehículo y se introdujo a la casa que resultó ser el escondite del jefe máximo de al-Qaeda en Irak y por quien el gobierno estadounidense ofrecía 25 millones de dólares como recompensa, lo mismo que se ofrece por Osama Bin Laden.

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Abu Musab al-Zarqawi en abril de 2006

Los espías estadounidenses lo habían confirmado, ahí estaba al-Zarqawi hablando con al-Rahman. Era el momento idóneo para capturarlo, pero las fuerzas especiales de combate estaban a media hora de distancia en helicóptero. El comandante a cargo no quiso correr riesgo de fuga y ordenó que los dos jets F-16 Fighting Falcons que se aproximaban soltaran sobre la vivienda las 500 libras de explosivos que llevaban.

La EXPLOSIÓN formó una cruz de polvo y escombro. Ahí murió al-Zarqawi y su consejero espiritual al-Rahman, además de una mujer y un niño.

Cuando llegaron los soldados, minutos después del bombardeo, al-Zarqawi era sacado de entre los escombros por policías iraquís. Un soldado estadounidense se le acercó y fue entonces cuando al verlo a los ojos, el terrorista soltó el último respiro.

La historia la cuenta Matthew Alexander, de 39 años de edad y líder de ese equipo de inteligencia del U.S. Army que interrogó a Abu Haydar, un hombre cercano al jeque al-Rahman.

“Abu Haydar es un hombre muy inteligente, es como Hannibal Lecter de la película Silence of the lambs, muy elegante e inteligente, manipulaba a los interrogadores y después de tres semanas de interrogatorios no obteníamos nada”, comentó Matthew Alexander, nombre que adoptó por seguridad de su familia.

 

Quienes lo interrogaban se daban por vencidos. Ni las amenazas sobre divulgar la versión de que estaba cooperando con los estadounidenses para que se tomaran represalias en contra de su familia daban resultado. Alexander asegura que nunca se utilizó la violencia. Pero sí la tortura psicológica.

“El comandante decidió mandarlo a la prisión de Abu Ghraib y yo sólo tenía seis horas más para que dijera algo, entonces cambié el método y decidí interrogarlo por mi cuenta. Pasamos más de cinco horas hablando de la historia de Irak, de su cultura, le mostré respeto por su religión, porque es un hombre muy culto, y yo antes de irme a la guerra leí sobre el Corán y la historia de Irak”.

Con esa prolongada plática Alexander se ganó la confianza de Abu Haydar y al final se la jugó con un “bluff” al ofrecerle una negociación: “Dame un nombre y te recluto en un programa secreto del gobierno, porque necesitamos sunís para que trabajen con nosotros en la próxima guerra con Irán”.

Minutos de silencio… y entonces se escuchó de la voz de Haydar: “Conozco a Abu Ayuub al-Masri”.

Se trataba del mejor amigo de al-Zarqawi y lo que valió para retener dos semanas más en interrogatorios a Haydar antes de enviarlo a Abu-Ghraib.

“Yo sabía que si conocía a al-Masri debía saber más nombres, si soltó ese nombre sabía más, por eso pedí que no fuera enviado a Abu Grahib, era una muy buena pista, y dos semanas después, como ya me había ganado su confianza, me reveló el nombre del consejero espiritual de al-Zarqawi, que era al-Rahman”.

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Jeque Abd al-Rahman

La experiencia de los casi cinco meses que estuvo en Irak (de marzo a julio de 2006) le ha confirmado a Matthew Alexander que la mejor manera de interrogar a un detenido es a base de la confianza y no de la tortura, como lo cuenta en su libro How to break a terrorist, que escribió en conjunto con John Bruning y que cuenta con prólogo de Mark Bowden, quien entre otros libros es el autor de Black Hawk Down y Killing Pablo (la historia de la muerte de Pablo Escobar).

“Se requiere de confianza para un buen interrogatorio. Las represalias y amenazas no son el objeto de un interrogatorio, sino la colaboración”, dijo quien hace un mes se mudó a Los Ángeles para empezar a promover la filmación de una película sobre su libro y a trabajar como asesor en un programa de televisión.

Alexander también acudió hace un par de semanas al set de 24 para hablar con el productor ejecutivo Howard Gordon y los escritores de ese programa de televisión para tratar el tema de la tortura.

“Porque ellos están presentando el asunto de la tortura como efectivo, cuando Jack Bauer usa la tortura, pero no es así y las encuestas en Estados Unidos dicen que el 50% de la población cree que está bien usar la tortura y eso es increíble, hasta el juez Antonin Scalia (de la Suprema Corte de Justicia) y la senadora Lindsey Graham han hablado a favor de la tortura, eso no puede ser”.

Para este soldado del Ejército cuya misión fue matar a al-Zarqawi, la tortura sólo está provocando más sentimiento de venganza entre el pueblo iraquí.

“No creo en la tortura, porque les demuestras una vez más por qué te odian. Cuando usamos la tortura al-Qaeda se beneficia para reclutar soldados nuevos. La razón número uno por la que llegan a Irak nuevos combatientes de África, Arabia Saudí, Siria, etc., es para pelear por el abuso y la tortura de musulmanes. Hay quienes pueden decir que efectiva a corto plazo, pero creas más soldados en el futuro y así no puedes ganar la guerra”.

Alexander dice que es necesario entender y respetar la cultura y la religión de los musulmanes. “Porque es peor cuando no mostramos respeto a su religión, es peor que la tortura… La tortura es inmoral, no es consistente con los principios y valores de Estados Unidos, dicen que salva vidas, eso no me importa, porque Estados Unidos no es un país de vidas, sino de principios”.

Seguro de que Estados Unidos no puede librarse de otro ataque teroorista, como soldado Alexander considera que para detener el terrorismo hay que entender las causas que lo originaron y que tiene que ver con la intolerancia.

“Debemos detener la causa del por qué la gente usa el terrorismo, eso sólo viene de la educación, si queremos ganar la guerra no necesitamos más soldados, necesitamos más escuelas… La frontera de la guerra es la educación, con eso vamos a combatir la intolerancia, esa es la guerra que tenemos que ganar”.